Testimonio de Vida

El trabajo dignifica nuestro espíritu porque nos ayuda a sentirnos útiles, a mejorar nuestra confianza y autoestima, y a sentirnos integrados en la sociedad. La reinosana Elena Lamadrid tiene la lección muy bien aprendida. Lleva casi una década trabajando, algo que le ha ayudado a ser más responsable, a dar el salto a la etapa adulta sin muchas dificultades, y a saber que con esfuerzo y tesón se consiguen grandes retos. Con su alegría y positividad consigue meterse en el bolsillo a todos: familia, amigos, compañeros de trabajo, jefes, preparadores… Tiene una cosa muy clara: hay que vivir el presente.

Elena nació en Reinosa hace 29 años y allí sigue viviendo con sus padres, Federico y Ana, con quienes tiene una estupenda relación.

– Siempre les hago caso y nunca me enfado con ellos porque sé que todo lo que me dicen y hacen es por mi bien.

Con Ricardo, su hermano mayor, se lleva muy bien, y reconoce que está “un poco mimada” por todos. Sin embargo, a pesar de ser la pequeña de la casa, sabe muy bien lo que es tener que esforzarse día tras día, ser responsable y tenaz, y cumplir con sus obligaciones, ya que trabaja desde hace casi diez años en el Hotel Vejo de la capital campurriana.

―Me gusta trabajar y me siento muy a gusto con mis compañeros. Soy muy responsable y organizada, me esfuerzo y quiero hacerlo todo bien.

Entre sábanas, toallas, lavadoras y secadoras pasa tres horas todas las mañanas y asegura que no cambiaría de departamento por nada del mundo.

―Empezó joven las prácticas y el trabajo le ha ayudado mucho en su proceso de maduración. Es más responsable, se siente más segura de sí misma y tiene muy asumido el rol de persona adulta -comenta su preparadora laboral, Raquel Álvarez.

Es detallista con sus compañeros. Todas las semanas les lleva chocolates y siempre que se va de viaje, vuelve con un detalle para ellos y también para sus educadores y preparadoras.

― Son muy majos, los tengo siempre presentes.

Sus jornadas laborales no terminan en el hotel. Por las tardes, echa una mano en Casa Vejo, el negocio familiar, montando las cajas que después se llenan con las rosquillas de hojaldre, las pantortillas, los nevaditos de almendra, los tortos…

―¡No pico nada! -aclara.

Elena es la alegría de la huerta allá donde va.

―Suele estar siempre alegre, pero si está un poco alicaída, a nada que le digas algo le sale de nuevo la sonrisa. Tiene muy buen carácter, saca el genio a veces, pero es un genio bueno. Se esfuerza y su actitud siempre es positiva, es muy trabajadora y acepta las normas. Además, pone empeño en corregir sus fallos y errores y acepta bien las críticas -destaca Raquel.

Una de sus pasiones es la natación. Este deporte le ayuda a superar los problemas que sufre con una de sus rodillas. Ha pasado varias veces por el quirófano, tenía problemas para andar y ahora debe extremar las precauciones para evitar cualquier percance.

Le gusta bailar, viajar, leer e ir al cine con su madre. Declara sentirse muy contenta y a gusto cuando acude al Centro Ocupacional de la Fundación y confiesa que no le interesan los chicos. ― Sólo como amigos.