Editorial

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Editorial Marzo 2021. Un año en pandemia

El pasado 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud elevó la situación de emergencia de salud pública ocasionada por el COVID-19 a pandemia internacional, lo que implicó la adopción de medidas inmediatas y urgentes para hacer frente a dicha excepcional circunstancia, a nivel mundial. El Gobierno de España a través del RD 463/2020, del 14 marzo, declaró el estado de alarma para la gestión de la situación de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19 para proteger la salud y seguridad de los ciudadanos, contener la progresión de la enfermedad y reforzar el sistema de salud pública.

Esta crisis sanitaria sin precedentes en nuestra historia reciente, con un impacto de enorme magnitud en términos de personas afectadas, ha puesto “patas arriba” nuestro orden conocido, ha cuestionado a la clase política, ha evidenciado los problemas estructurales ya existentes en los ámbitos de toma de decisiones, y ha tensionado más allá de los límites nuestro sistema sanitario.

No son menores los efectos económicos de la pandemia para amplios sectores de la población; ni tampoco desdeñable el impacto colateral en la salud física y psicológica de la ciudadanía, derivado de la saturación del sistema sanitario, de las medidas de confinamiento y su consecuente pérdida de relaciones, actividades, etc. En definitiva,  el impacto sanitario, social y económico de la pandemia, así como el cuestionamiento ético de ciertas medidas y/o de su aplicación, era difícilmente imaginable tiempo atrás.

En estos momentos, estamos en plena campaña de vacunación de los colectivos más vulnerables. Las personas con discapacidad intelectual de entornos residencias y centros de atención diurna están siendo vacunados como parte de estos colectivos de especial vulnerabilidad. Si bien la campaña de vacunación nos trae esperanza, no está siendo fácil ni homogéneo su despliegue.

Durante este tiempo, en números anteriores hemos incluido artículos de gran interés que van dando cuenta de cómo esta situación está afectando a las personas con síndrome de Down. En este nuevo número seguimos haciéndonos eco de estos estudios e investigaciones. En concreto, presentamos un estudio sobre el impacto del confinamiento por COVID-19 sobre el bienestar psicosocial, cognitivo y funcional en adultos con síndrome de Down. Este estudio clínico ha analizado los efectos del aislamiento sobre el bienestar psicosocial, cognitivo y funcional en una muestra de 46 adultos con síndrome de Down. En este estudio no se duda de la importancia del confinamiento para reducir la transmisión de la pandemia, pero plantea la relevancia y pertinencia de considerar los efectos sobre el bienestar mental de las personas más vulnerables para tratar de prevenir los problemas más frecuentes en su vida diaria.

Por otro lado, un segundo artículo profundiza en las trayectorias de la inteligencia así como en sus posibles relaciones con los factores personales y ambientales. Si bien se dispone de estudios sobre la eficacia de las intervenciones para la mejora de las funciones cognitivas específicas o para la compensación del declive cognitivo de los adultos con discapacidad intelectual, incluido el síndrome de Down, se dispone de menos datos sobre las actividades de ocio capaces de activar la cognición de una manera no directa, y en qué modo pueden contribuir al desarrollo de las inteligencias cristalizada y fluida en los adultos con síndrome de Down. Este estudio se propone seguir el desarrollo de las inteligencias cristalizada y fluida desde la adolescencia a la adultez y a lo largo de las diversas etapas de la adultez, con el fin de indagar los patrones de crecimiento, la estabilidad y el declive en las diversas mediciones de la inteligencia; y observar el papel que pueden tener las experiencias de vida cognitivamente estimulantes, como por ejemplo las actividades de ocio, para moderar los efectos potencialmente perjudiciales que los cambios en la salud y el funcionamiento adaptativo, relacionados con la edad, ejercen sobre la inteligencia de las personas con síndrome de Down.

Asimismo, se incluye el artículo descriptivo del Programa ACCEDE; un programa formativo en ámbito universitario orientado al perfil de Técnico Auxiliar de Evaluación de Entornos Inclusivos. Este programa oferta el Diploma de Formación Permanente impartido en la Universidad Complutense de Madrid, dirigido a jóvenes con discapacidad intelectual, que se desarrolla con la participación de la Fundación ONCE y está cofinanciado por el Fondo Social Europeo. Cuenta con el apoyo del Vicerrectorado de Empleabilidad y la Delegación del Rector para la Diversidad y la Inclusión de la UCM. Es de destacar, a pesar de las dificultades del curso académico iniciado en plena pandemia, la decisiva apuesta y compromiso de la UCM con la formación de jóvenes con discapacidad intelectual.

Como ejemplo de buena práctica, se presenta el esfuerzo realizado por la Fundación Down Compostela para mejorar las competencias digitales de las personas con síndrome de Down y otras discapacidades intelectuales, mediante la creación de recursos y herramientas englobados en un proyecto digital novedoso y actual.

Finalmente, en la sección Mi Vida, mostramos el comentario de una trabajadora sobre sus experiencias durante este año. En breves párrafos muestra su realidad, tal cual.

Hace un año nuestras vidas se vieron seriamente trastocadas; para muchas familias con consecuencias dramáticas. Todo apunta a que tardaremos aun tiempo en retornar a una situación de seguridad sanitaria; pero hemos de pensar que transitaremos a esa anhelada etapa cargados de aprendizajes, de estrategias enfocadas a la resiliencia y al afrontamiento de las dificultades; y ojala comprendamos que valores como la solidaridad, la empatía, la generosidad, y el apoyo mutuo entre las ciudadanas y ciudadanos son claves para nuestra supervivencia.