Testimonio de Vida


EL AÑO DE LA PANDEMIA
María Díaz
Me llamo María y voy a cumplir 33 años la semana que viene. Me acuerdo muy bien cómo empezó todo, me quedé en ERTE en mi trabajo en Burger King (Santander), sin trabajar. Era obligatorio, me lo explicó Raquel, mi preparadora laboral. Se cerró todo porque mucha gente enfermó por el coronavirus.
No me gustó, porque en casa me aburro. Vivo con mi madre y con mi tía. Yo nunca pasé miedo, pero mi madre sí. Mi tía tampoco, y eso que es de riesgo y tuvo que seguir trabajando en la residencia.
Por eso, mi madre y yo nos quedamos en nuestro piso y mi tía se mudó al piso de arriba, que es de mi hermano. Le hacíamos la comida y yo la subía y la dejaba en la puerta.
No hemos tenido Covid ninguna, mi tía ya está vacunada.
En casa nos repartimos las tareas y hacíamos la compra juntas a Lupa, pero sólo íbamos de vez en cuando. En casa limpiábamos los productos y después yo los guardaba en su sitio.
Para pasar el día, veíamos la misa en La 2, hice relajación que aprendimos en la fundación, pintar mandalas, escuchar música, ayudar a mi madre… Lo peor fue que se me estropeó el móvil y ya no podía hablar por Whatsapp con mis amigos. Menos mal que quedamos con alguien que consiguió arreglarlo.
El primer día que volvimos a salir, dimos un paseo hasta la Avenida de los Castros y vuelta. Otro día hasta el Sardinero.
Cuando volví a trabajar iba en autobús y a veces la gente no llevaba la mascarilla. Yo se lo digo y me dicen “déjame en paz”, entonces se lo digo al conductor. No me gusta.
En noviembre, otra vez al ERTE, porque trabajo en un restaurante. Todavía no sé cuándo voy a empezar de nuevo, espero que pronto porque es muy aburrido estar todo el día en casa. Casi todos mis compañeros han vuelto a su trabajo, yo también quiero.
P.D. Después de escribir esto, me comunican que por fin mañana empiezo a trabajar. ¡Estoy loca de contenta!