Sandra Centi y Beatriz Gómez-Jordana.
Nota de la dirección. El artículo profesional de este mes se separa del esquema habitual. Se trata de un videoclip… ilustrado. ¿Cómo es eso posible? Suele decirse que una imagen vale más que mil palabras. Pero en ocasiones se necesitan palabras para penetrar, comprender y abarcar la profundidad y significado de unas imágenes. Por eso, cuando llegó a nuestra redacción este videoclip que ahora presentamos para ponerlo a disposición de nuestros lectores, nos pareció que era necesario comentarlo, exponer sus antecedentes y sus resultados. Contar su historia. Porque sólo así se llegaría a extraer el verdadero sentido de su realización, y hacer más plenamente explícito el mensaje que nos quería transmitir. Nuestra intuitiva petición fue atendida. Y acertamos. El texto que ofrecemos les ayudará a disfrutar mucho más de este vídeo, bello en sí mismo, pero mucho más cuando se conoce la «cocina» en que fue elaborado.
Las protagonistas son tres: Bea, una adolescente de 17 años con síndrome de Down. Su madre, Beatriz Gómez-Jordana, periodista, fundadora y primera directora de Canal Down21. Y Sandra Centi, la profesora y experta que aceptó un nuevo reto en su vida profesional. Pueden ver el vídeo en primer lugar, si lo desean; o hacerlo a mitad de la lectura. Con seguridad querrán volverlo a ver tras conocer toda su historia.
ANTECEDENTES (Beatriz Gómez-Jordana)
Tras un par de años de tenerlo en la cabeza, el pasado curso decidí abordar ciertos aspectos del proceso educativo de Beatriz, mi hija, que aún a sus 17 años, no acababa de vencer por sí sola, en circunstancias de cierta presión en las que de una manera u otra se bloqueaba.
Ocasionalmente y sin razón aparente, era incapaz de mirar a la cara de su interlocutor; normalmente un adulto, un grupo ante el que tuviese que leer en voz alta, expresar y contar una experiencia o simplemente abordar un tema en el que ella fuera más conocedora que el resto, por las razones que fueren.
Aunque muchos de estos aspectos estaban superados, es como si su adolescencia los hubiese agravado repentinamente y de forma ocasional pero notoria. Por ello, decidí tomarme en serio esta cuestión más como un reto personal que por cualquier otra causa.
Para ello pedí ayuda a una compañera de mi círculo profesional dedicada a preparar a las periodistas noveles que tienen que entrar en escena ya sea en televisión, en radio o en periodismo de calle.
Tras reunirme con Sandra Centi, periodista amiga, profesora de locución, entrenadora de comunicación, modulación de voz, lenguaje hablado, foniatría y puesta en escena, decidimos —fundamentalmente ella pues era la primera vez que adquiría la responsabilidad de trabajar con un alumno con síndrome de Down— asumir el reto con mucho entusiasmo.
Lo primero que hizo, fue pasar una tarde con Beatriz en su medio habitual, después del colegio, en casa y hablar con ella, presentarse, hacerle preguntas, inducirla a que ella cuestionara quién era Sandra y para qué y por qué estaba en casa con ella. La reunión fue fluida y entablaron un relación inicial muy positiva.
En segundo lugar, y a los tres días, Sandra procedió a hacer lo mismo pero sacando a Beatriz de su hábitat llevándola a la calle y a su estudio durante toda una tarde.
En ambas ocasiones consideramos que lo mejor era que yo me mantuviera al margen y luego preguntara a Beatriz, simplemente, cómo le había caído mi amiga y si le apetecía trabajar con ella para ver si acabábamos con esas reacciones de conducta aparentemente solventadas cuando era más joven, y que ahora, como ella misma expresaba, “ha vuelto el bloqueo”.
Sandra y yo hablamos inicialmente de los fuertes cambios a los que Bea se enfrentaba durante el curso pues la joven terminó 4º de la ESO en un colegio de integración y, después de 11 años, pasaba a un centro de educación especial al que le ha costado mucho adaptarse en todos los terrenos y, muy especialmente, en el de las amistades.
Beatriz no ha logrado sumar relaciones de amistad este año y sigue con su grupo amigas/os de los años pasados.
Este aspecto de su vida es, para mí, prioritario hasta el punto de convertirlo en un objetivo de permanente atención y actuación pues son las relaciones sociales lo que el día de mañana le darán mayor autonomía y seguridad en sí misma.
Asimismo, sus hermanos mayores se encuentran trabajando en el extranjero por lo que ella se ha convertido —hasta que yo consiga desconvertirlo— en el centro de atención de una casa de tres miembros en lugar de los seis que éramos hasta hace un par de años. Esta realidad también ha sido trabajada con la profesional, pues no en balde tiene en ocasiones actitudes de tiranía y protagonismo, inexistentes por no ser permitidas anteriormente con sus hermanos.
OBJETIVOS (Beatriz Gómez-Jordana)
A todo ello se enfrentaba tanto la profesional como Beatriz, por lo que se decidió que lo mejor eran dos sesiones semanales, una de las cuales sería en terreno propio, su casa, y la otra bien por la calle, bien en el estudio de la periodista, o en centros públicos como museos, eventos especiales; e incluso más adelante, cuando adquirió seguridad, haciendo entrevistas por sí misma a los viandantes sobre un tema que ella eligiera.
Tras hablar largo y tendido de los objetivos a cubrir para solventar los principales problemas a los que Beatriz se enfrentaba en situaciones de cierto estrés, Sandra consideró tratar cuestiones explicitas como:
- Bloqueos inexplicables y circunstanciales,
- No mirar directamente a la cara de su interlocutor,
- Hablar en un tono de voz muy bajo y poco modulado en momentos de conflicto con adultos.
- Miedo escénico ocasional. Ser prácticamente incapaz de salir al escenario cuando durante los ensayos carecía de problema alguno en hacerlo.
- Tratar de romper esta dinámica antes de convertirla en crónica y admitida por sus mayores, profesores, familia e incluso,
- No perder de vista en ningún momento la etapa de plena adolescencia por la que Beatriz atraviesa y que le está costando, en muchos aspectos de su vida, conflictos consigo misma, con su propia realidad de persona diferente y con discapacidad, así como en sus relaciones con el sexo opuesto, perfectamente normales a esta edad, pero cuya orientación debe estar bien supervisada y dirigida.
DESARROLLO (Beatriz Gómez-Jordana)
Todo el trabajo se centró en la comunicación ya que esta incluía todos los aspectos a trabajar:
- con la voz,
- su modulación,
- los diferentes tonos que emplear según las circunstancias,
- cómo romper el miedo escénico ante un micrófono así como ante la cámara paulatinamente,
- el ser escuchado por el oyente en un tono correcto,
- aprender a escuchar
- el establecer la pregunta correcta bien pronunciada,
- dar noticias con cámara y micrófono e
- ir paulatinamente soltando amarras para posteriormente trabajar los temas mas difíciles.
Vencer los bloqueos circunstanciales ha sido una tarea difícil que poco a poco fue solventándose mediante ejercicios de relajación, respiración modulada y dirigida, juegos a base de gesticulaciones, contar a la inversa desde 3 ó en orden ascendente desde 1 hasta 3, etc.
Se ha trabajado mucho la autoestima para infundir seguridad en si misma. Bea tenía que arreglarse sola y ponerse como ella consideraba más apropiada para el momento de ver a Sandra o de salir a la calle los días que tocaba estudio o calle. Siempre pedía consejo si yo estaba en casa pero no lo hacía si estaba fuera. A la vuelta le reforzaba diciéndola “que guapa te has puesto”.
Trataba de no corregirla si expresaba mal una palabra, simplemente la volvía yo a repetir dentro de un contexto distinto. En cualquier caso Bea se suele expresar de forma muy adecuada y con un vocabulario riquísimo fruto más de su buen oído que de la propia lectura, que también se ha trabajado con la escenografía y la interpretación.
Beatriz fue poco a poco perdiendo miedo al micrófono. Mirar a la cámara le costó más, pero acabó consiguiéndolo aunque no siempre.
Se trabajó mucho la memoria, de forma inconsciente, a través del interés que mostraba por un proyecto concreto como era dar una noticia, escenificar un baile o hacerse pasar por otra persona; una cantante, una actriz, etc. Llegó, como se muestra en el vídeo, a memorizar una canción entera en inglés y ver cuál era su traducción en español para interpretar mejor a la cantante por lo que decía.
Cada aspecto que se trabajaba conducía a otro de forma natural y buen ejemplo de ello eran las correctas posturas en la mesa de redacción, imprescindibles para hacer los ejercicios de respiración y posteriormente de modulación de voz.
El trabajo de la interpretación fue muy bien aceptado por Beatriz para salir de sí misma y aprender a reírse de sí misma y, de ese modo, trabajar la autoestima también.
Se hicieron ejercicios para lograr salir de pensamientos recurrentes; desde lavarse la cara con agua fría, hasta levantarse y tomarse un vaso de agua o un refresco, intentar dejar “la mente en blanco”, ponerse a leer en alto, hacer ejercicios de respiración, etc.
En líneas generales, la experiencia ha sido tremendamente enriquecedora para Beatriz y para Sandra.
Se han conseguido varios de los objetivos propuestos, si bien se deben seguir trabajando en algunos de ellos de forma permanente.
Todos sabemos que en el caso de nuestros hijos con discapacidad “enseñar es repetir” (Gregorio Marañón) y repetir y repetir hasta dejarlo impreso en su fenotipo, que será el que sea pero que, yo no lo dudo, es susceptible de ser mejorado en todos sus aspectos a través de la educación, personalizada y adaptada a sus propias capacidades cuyo techo marcarán ellos, así como de la atención e intuición de los educadores y, fundamentalmente, de los padres.
Se ha logrado romper el miedo escénico en situaciones de estrés relativo, si bien es un terreno en el que seguir trabajando pues su tendencia es a retraerse y a expresarse por escrito en situaciones de conflicto, en lugar de hacerlo oralmente.
Curiosamente, es una realidad patente en Beatriz, que lleva haciéndolo desde hace años y yo, sin embargo, lo tomaba como algo positivo; pero, según la profesional, es una actitud que se ha de romper paulatinamente pues debe aprender a solucionar los conflictos enfrentándose a su interlocutor oralmente y no por escrito.
(Este hecho, según varios estudios, lo agrava en gran medida el uso del chat en los móviles, cada vez más empleado para comunicarse, hasta el punto de hacer incapaces, a la población general adolescente, de resolver sus problemas de forma verbal y cara a cara y en su lugar, esconderse frente a una pantalla de 12×5 cm, que —en el caso de nuestros hijos nacidos en la generación de los medios de comunicación digitales—ocurre con más agravamiento, pues tienen menor conciencia de lo que implica su uso y en ocasiones hacen un mal empleo del mismo).
EXPLICACIÓN SOBRE EL TRABAJO REALIZADO CON BEATRIZ (2014-2015), CONCENTRADO EN UN VIDEOCLIP DE LA CANTANTE MEGAN TREINOR (Prof. Sandra Centi)
Hay muchos detalles que yo observé en Beatriz, desde el principio, que me llevaron a plantearle hacer un trabajo de estas características:
- Principalmente, su pasión por la música y la intensidad con que la vive, como vehículo que le permite investigar y disfrutar de su versátil expresión corporal.
- A la edad de Beatriz —17 años— es habitual que la música ocupe un lugar protagonista en su día a día. Desde esa perspectiva se podía trabajar muchísimo, ya que muestra una sensibilidad especial hacia ella que le permite explorar su versatilidad para la expresión corporal.
- La conexión con el estilo de la canción que interpreta es muy evidente, como lo es su gran facilidad para expresar distintos estados emocionales mediante sus movimientos y lo que éstos irradian cuando está entregada a la música. Daba la sensación vivida de que nada que no fuese esa u otra melodía existiera más allá del momento.
Recuerdo vivamente el primer ejercicio de expresión corporal que se realizó con la alumna en el que se observó una inusual creatividad; única y exclusiva. Se trataba de un trabajo de suelo, sentada, que debía durar no más de dos minutos. Según iba viéndola, tuve que dejarla más tiempo al observar que Beatriz había conectado con una parte de sí misma que necesitaba ser explorada y en la que yo debía investigar a fondo hasta encontrarla. En aquel ejercicio no hubo música. Ahora bien, tuve la evidencia de que estaba ante algo extraordinario. Fue un momento mágico para mí estar ante esa entrega, concentración y talento.
Recordé a la pedagoga alemana, Elfriede Hengstenberg, y su trabajo sobre el movimiento del cuerpo de una persona que expresa su tranquilidad y confianza en sí misma, incluso aunque su cuerpo se haya sentido antes frágil, cerrado o enfermo.
Beatriz tiene una fuerte escoliosis pero en esos instantes me di cuenta de que no estaba ante un cuerpo frágil; estaba ante una persona fuerte y llena de confianza en sí misma.
- El micrófono: A Beatriz le gusta mucho estar delante de un micrófono, si bien inicialmente le costó. Mejora su actitud, su automotivación y su seguridad, entre otras muchas cosas. Esa fue otra pista que me llevó a querer hacer con ella el proyecto de un videoclip.
- Edad: Beatriz está en una edad en la que le interesa especialmente el estilismo. Se siente motivada de manera natural para experimentar y descubrir su imagen personal.
- Imagen y proyección exterior: Hacer un videoclip, como el que se ha realizado, nos ha permitido acercarnos a esa experimentación de un modo práctico y lúdico. Asimismo, le ha permitido verse en esos distintos estilos de un modo claro y trabajar en su autoimagen y proyección pública.
- Canción: Una vez que juntas tuvimos claro qué queríamos hacer, Beatriz propuso muchas canciones, hasta que finalmente elegimos el éxito de Meghan Trainor. Me resultaba como profesional muy interesante poder trabajar también el mensaje de la canción, que habla de aceptarse, seas como seas. De este modo, su letra nos permitía incorporar a nuestro trabajo, de manera evidente, la auto-aceptación, la autoafirmación y la autoestima, factores muy importantes a la edad de Beatriz. La letra de la canción es muy clara, viene a decir: “Si tú te sientes bella, ve y demuéstralo, tus medidas son perfectas, desde abajo a la cabeza. Nunca seré una “Barbie” de silicona; si eso es lo que buscabas, mejor adiós”.
Qué obstáculos hubo que vencer
No se puede hablar de obstáculos literalmente. Ha sido un proceso que se ha ido enriqueciendo en el día a día de nuestro entrenamiento, y en el que yo le he ido proponiendo muchos retos a Beatriz, que ella ha ido acogiendo, realizando y disfrutando.
Puedo decir, por ejemplo, que Beatriz tenía ganas de practicar también con otras canciones, no sólo con la misma una y otra vez. Y aquello era perfectamente comprensible.
En ocasiones intercalábamos otros temas musicales, con los que trabajábamos otros objetivos ajenos a nuestro entrenamiento.
Circunstancias: En ocasiones había días en las que estaba algo triste, o afectada por alguna situación personal y le costaba ponerse a cantar con esa gran energía que tiene la canción de Meghan Trainor. Entonces se le intercalaba otro trabajo previo emocional, antes de ponernos ante la cámara a bailar y cantar. O bien dedicábamos la tarde a otros objetivos de relevancia para Beatriz en nuestro entrenamiento, con los que conectara plenamente en ese momento.
Qué lección obtenemos sobre la capacidad de estas personas
Desde el primer momento, mi manera de trabajar con la alumna ha sido igual que con cualquier otra persona que no tuviera síndrome de Down. Como profesional, me siento una privilegiada por haber conocido a Beatriz y el haber trabajado con ella por la cantidad de sorpresas que he vivido: su gran capacidad creativa, lúdica y abierta, su compromiso en ser cada día un poquito mejor y en esforzarse para conseguirlo.
Beatriz me ha demostrado tener mente abierta a mis propuestas, incluso a las más atrevidas, una mente expansiva y experimentadora que quiere explorar y le divierte mucho hacerlo.
Siempre que he propuesto hacer cualquier cosa, ella habitualmente la ha enriquecido de alguna manera importante. Hemos tenido sesiones que han sido presenciar un gran acto creativo y artístico.
Percibí que observaba todos los detalles y, de hecho, fue a Beatriz a quién se le ocurrió crear un pie de micrófono para cantar de pie con el micrófono fijo en el suelo. El pie lo construyó ella misma a partir de una aspiradora y salió muy aparente, como puede apreciarse en la toma en el que sale ella en la terraza.
El tener este tipo de micrófono nos daba una posibilidad nueva fabulosa para nuestro entrenamiento, que era el tener las dos manos libres, el ir liberándonos poco a poco del micrófono en el que, de alguna manera, Bea buscaba seguridad. Y Beatriz con el pie de micro, aquel día, se percibía a sí misma más artista. En un escenario… y era ahí donde yo también la veía.
APLICACIONES Y CONSECUENCIAS (Beatriz Gómez-Jordana)
Cuando me pidieron que escribiera como conclusión este apartado, verdaderamente me llamó la atención porque, en definitiva, un trabajo como éste carece de aplicaciones concretas y menos de consecuencias, más allá de la ilusión personal y familiar que pueda hacer, el verlo, desde esta perspectiva y como madre.
Para Bea ha supuesto un esfuerzo de superación personal y de vencer aspectos como la vergüenza; que tampoco es que tenga mucha en líneas generales, salvo el tema de salir a escena por el que puede bloquearse sin causa aún determinada, ni justificada o por lo menos, sin una causa por la que yo me haya percatado, para poder tratar y trabajar. Simplemente, y sin venir a cuento se bloquea en unas ocasiones y, en otras, pareciera Descartes dando una clase de lógica a sus alumnos.
Ha tenido que superar momentos en los que no le apetecía trabajar, algún que otro miedo al mirar al puntito rojo de una cámara de video, o por hacerle una pregunta a alguien en la calle sobre qué opinaba de la primavera que estaba haciendo en Madrid…
Pero, fundamentalmente, considero que ha sido una experiencia nueva, diferente a cualquier otra, nada tediosa, llena de imaginación por su parte y por parte de la profesional, y que le ha despertado una ilusión, hasta ahora desconocida para mi, por acudir a sus sesiones con Sandra.
Y puede que para el resto de las personas ajenas a la vida de Beatriz este trabajo y el video, en sí, no signifiquen nada más allá que la niña de turno con síndrome de Down haciendo “su numerito”, por duro y fuerte que me resulte escribirlo, porque es mi hija.
Pero en este caso no se trata del resultado final, en el que probablemente se quede el “observador simple”, aquel para quien esto “es uno de tantos” lo que sea… “Al buen entendedor con pocas palabras bastan”, dice el refrán o quizá mejor, en este caso, “una imagen vale más que mil palabras”. Son a ésos a los que yo me dirijo cuando escribo, o cuando enseño un video de este tipo; a aquél que es capaz de ver el maravilloso trabajo realizado por un profesional que se ha tomado esto como un reto personal y lleno de ilusión.
El video es lo de menos.
El esfuerzo por buscar, hasta encontrar el modus operandi, para entrar en el alumno hasta que éste le confiera sus secretos, debilidades, malos momentos, situaciones de estrés tan sólo con su actitud, con su postura, con su cuerpo apretado y tenso o su sonrisa relajada y limpia, con sus lágrimas retenidas por un mal día o su cara feliz y su fisonomía ligera, destensada y armoniosa…
Llegar a leer toda esa magia de la personalidad humana en una joven con discapacidad de 17 años y trabajar con ella para conseguir este o aquel objetivo, es lo que confiere a este trabajo el que yo me quite el sombrero ante una profesional que en tan solo nueve meses ha conseguido lo que otros con sus distintas aptitudes, especialidades y etc. no han logrado ni en 4, ni en 6, ni en 11 años.
Mi asombro no es en absoluto el video. Mi hija nunca deja de asombrarme tanto para bien como, en ocasiones, para mal.
Mi asombro es que alguien haya sabido leerla y entrar en ella para romper sus tensiones, auto-exigencias mal entendidas, miedos, estrés, y hacer todo ello con ilusión, inquietud, intuición y, por encima de todo, deseo por querer hacerlo.
Y son en estas ocasiones cuando me retrotraigo a mi infancia y recuerdo cuando pensaba que los profesores tenían que ser personas “riquísimas”, y mi padre me preguntó: “Por qué?”. Mi respuesta fue rotunda: “Si el abuelo ha sido una persona tan importante sólo puede ser porque le ha enseñado su profesor a saber todo lo que sabe, y eso debe ser carísimo, no?”. Mi padre me guiñó un ojo y me dijo: “Exacto”. Creo que aquel pensamiento lo resume todo y son las aplicaciones y consecuencias que se deben aprender de lo que se ve en este vídeo. Gracias a los profesionales que siguen amando y creyendo en lo que hacen.
Gracias, Sandra.