Testimonio de Vida

Mi Vida:  Adrián Saiz

Quiere demostrarle al mundo que es capaz de trabajar y que tiene habili­dades para desarrollar un empleo. El sueño de Adrián Saiz es conseguir un trabajo y hace casi un año y medio se puso “manos a la obra”. Este sim­pático y tranquilo joven de Vispieres (Santillana del Mar) es uno de los alumnos del programa Formación y Orientación Laboral (FOL), que desarrolla el Centro Ocupacional de la Fundación Síndrome de Down de Santander. Tiene 21 años y el deno­minado síndrome de Down “mosai­co” con el que se enfrenta a la vida “mirando hacia delante, con ilusión y muchas ganas”.

Adrián acude todas las mañanas a sus clases del programa FOL con un objetivo claro: conseguir un trabajo. Recibe formación y orientación labo­ral y se prepara para la búsqueda de un empleo. “Quiero demostrar que puedo trabajar y que puedo hacer más cosas de las que hago ahora, quiero sentirme útil y ganar un sueldo”. Cultura, Len­gua, Matemáticas, Tecnologías de la Información y la Comunicación… Di­ferentes materias, pero todo enfocado al mundo laboral.

“Estoy muy a gusto y me siento muy contento por todo lo que estoy haciendo”, comenta ilusionado.

Cada alumno tiene un perfil dis­tinto con unas habilidades para el trabajo diferentes. En el caso de Adrián, su preparadora laboral, Sara Bedia, asegura que sus capacidades “son amplias” y que podría trabajar como auxiliar de oficina o de tien­da. “Me gustaría ser reponedor o auxiliar de dependiente”, confiesa. “Intentamos encontrar aquello que mejor se adapta a cada uno de ellos, pero también es importante tener en cuenta las tareas que las empresas demandan, que no son siempre las mismas para un mismo puesto”.

Este joven apasionado de la mú­sica, la bicicleta y todo aquello que esté relacionado con las tecnologías se define como una persona “buena y agradable” y reconoce que es un poco cabezón. “Me lo dicen mu­cho”, comenta entre risas. “Me en­fado solo cuando hay un motivo y sé que si me abro a los demás, ellos se van a abrir a mí”. Adrián tiene una personalidad muy fuerte y quienes le conocen aseguran que es un poco terco. “No es fácil convencerle para que haga ciertas cosas, le cuesta abrir el prisma. Pero es muy fácil dialogar con él, tiene buena actitud y es capaz de cambiar su opinión”, explica su preparadora.

Habla con cariño de sus padres, Marisa y Juan Carlos, y de su hermano Alberto. Hace 7 años, su padre sufrió un serio problema de salud y desde entonces, Adrián colabora mucho con las tareas del hogar, ayudando a su ma­dre y atendiendo a su padre. “Le cuido mogollón. Hay que tirar para adelante como sea, poco a poco”.

Su vida familiar está muy norma­lizada, como también lo está su vida en la Fundación, a la que acude des­de que era pequeño. “De pequeño era vago, me costaba estar con los demás y luego vas cambiando. Aho­ra me apetece más compartir nuevas experiencias y hacer nuevos amigos, superarme en la vida”, explica. Gra­cias al programa FOL ha conseguido un equilibrio muy bueno.

“Al principio se mostraba más re­servado y expectante, pero luego ha ido creando relaciones, se lo pasa bien y ha desarrollado un vínculo de pertenencia”, apunta Sara Bedia.

Adrián tienen un vínculo fuerte con Vispieres, donde están sus me­jores amigas. “La mujer es lo más bonito que puede haber. Siempre lo he pensado. Y no me cuesta llevarme bien con las mujeres, mejor que con los hombres”.

Beatriz Grijuela