COVID-19: Actividad física, conducta sedentaria y tiempo ante pantalla en jóvenes con síndrome de Down

S. Amatori, D. Sisti, F. Perroni, G. Brandi, M.B.L. Tocchi, E. Gobbi

Gobbi. Department of Biomolecular Sciences, University of Urbino Carlo Bo, Urbino, Italy. e-mail: erica.gobbi@uniurb.it

Resumen

El estudio muestra el impacto negativo de las restricciones debidas a la COVID-19 sobre el estilo de vida de los jóvenes con síndrome de Down, con la disminución de la actividad física y el aumento de la conducta sedentaria y del tiempo frente a pantallas. En particular, la AF no se recuperó en el período de alivio de restricciones, y se perdió la correlación que existía previamente entre la AF de los padres y el hijo. Es esencial que aprendamos de esta pandemia cómo preservar a las personas con síndrome de Down de las consecuencias de las medidas restrictivas adoptadas para manejar el brote pandémico, teniendo en cuenta la inherente vulnerabilidad que presentan. Los resultados apoyan la importancia de progresar en el conocimiento de las mejores prácticas de promoción de la AF y los deportes y en la necesidad de compartirlas dentro de la población con síndrome de Down y sus padres/cuidadores, con el fin de asegurar su capacidad para afrontar tales emergencias en el futuro.

Abstract

The COVID-19-related restrictions hampered habitual physical activity (PA), particularly affecting the more vulnerable, such as people with Down syndrome (DS). The study aimed to investigate changes in PA, sedentary behavior (SB) and screen time (ST) of youths with DS, before, during and after the restrictions, also in relation to parental PA levels. A total of 57 parents voluntarily participated in the study, proxy-reporting on their child (male = 41, female = 16, age = 21.4 ± 7.7 years). A repeated measures multivariate analysis of variance showed negative effects of restrictions (P < 0.05) on PA levels, SB and ST, independently from sociodemographic characteristics. In the restrictions-easing phase, PA levels did not return to before the pandemic values (P < 0.05). A positive correlation between parents and their child’s PA was detected before the pandemic (r = 0.38; P < 0.01), no longer reported in the restrictions-easing phase. The findings showed the negative impact of restrictions on youths with DS lifestyle. Moreover, the importance of addressing the needs of the disabled community including the whole family is highlighted.

Introducción

La pandemia COVID-19 ha afectado a todo el mundo ocasionando una crisis en la salud, la economía, la educación, los sistemas políticos y la vida social en todos los países (Settersen et al., 2020). Se ha descrito que las personas con discapacidad intelectual (DI) presentan un mayor riesgo de mortalidad por la infección COVID-19 que las que no la tienen. Concretamente, quienes tienen síndrome de Down podrían sufrir síntomas más graves en el momento de la hospitalización (p. ej., confusión) y tasas mayores de complicaciones pulmonares (Hüls et al., 2021). Entre otras consecuencias adversas, se incluye una posible exacerbación de su trastorno funcional y cognitivo (Doody y Keenan, 2021). En segunda instancia, la problemática también alcanza a la carga ocasionada por las restricciones y las medidas estrictas de aislamiento social exigidas en varios países para controlar los contagios de la pandemia. A causa de estas medidas de salud pública, resultó más complicado de lo normal el mantener la actividad física habitual (AF) (Stockwell et al., 2021). Concretamente, los niveles de AF disminuyeron con el consiguiente aumento de la conducta sedentaria (CS), el tiempo ante pantallas (TP), y peores hábitos dietéticos tanto en la población general (Amatori et al., 2020; Nagata et al., 2020) como en las personas con discapacidad (Courtenay, 2020; Tummers et al., 2020). La AF (que incluye deporte y ejercicio) ofrece importantes beneficios de salud a las poblaciones con mayores riesgos de padecer comorbilidades, como es el caso de las perdonas con DI (Carraro y Gobbi, 2014; Kapsal et al., 2019) y más específicamente con síndrome de Down (Andriolo et al., 2005; Ptomey et al., 2018; Paul et al., 2019). En condiciones normales, los individuos con síndrome de Down muestran peor puesta a punto y menores tasas de AF (Baynard et al., 2008), no se ajustan a las normas de AF según las edades (Fox et al., 2019) y muestran una alta prevalencia de sedentarismo (Esposito et al., 2012; Oviedo et al., 2017) en comparación con la población general. Por ello, y dados los efectos básicos de la AF como protectora y promotora de la salud, es importante valorar el impacto infligido por las restricciones de la pandemia sobre el nivel de la AD en las personas con síndrome de Down.

Se han señalado el sexo, el nivel de DI y el lugar y tipo de residencia como importantes factores en las conductas relacionadas con la AF. Concretamente, ser mujer, tener una DI importante y vivir en el medio rural con escasos servicios y falta de transporte van asociados por lo general con peores niveles de AF y CS (Temple, 2010; Oviedo et al., 2019; Westrop et al., 2019; Hsu et al., 2021). En el ámbito social, se ha demostrado que los padres/cuidadores ejercen una influencia considerable sobre la AF de sus hijos (Schor y American Academy of Pediatrics Task Force on the Family, 2003). En particular, la AF de los padres influye directamente sobre la AF del hijo (el modelo de los padres) tanto en la población general (Loprinzi et al., 2013) como en la población con DI (Siebert et al., 2017). Además, las personas con discapacidad dependen a menudo de sus padres/cuidadores porque puede suceder que no puedan aprovecharse de oportunidades formales e informales de AF, como es el ir al gimnasio y a jugar en el parque de la vecindad (Bodde y Seo, 2009; Martin y Choi, 2009). Durante la pandemia COVID-19, los padres de hijos con discapacidad, preocupados por la vulnerabilidad de su hijo, pueden haber sido más sobreprotectores, exacerbando el aislamiento social y la inactividad física (Embregts et al., 2021). De ahí que se considere a los padres/cuidadores como un elemento clave al explorar la AF y CS de jóvenes con síndrome de Down durante las transiciones relacionadas con la COVID-19, considerando los periodos previo, durante las restricciones y tras el alivio de éstas.

Con todo este trasfondo, nos parece importante comprender las tendencias de la AF y la CS en los jóvenes con síndrome de Down durante las restricciones obligadas por la pandemia, como ayuda para informar a los responsables políticos sobre posibles estrategias que puedan contrarrestar sus efectos. Pero son pocos los datos de que disponemos sobre la diversidad de los patrones en el estilo de vida y el impacto de las restricciones en esta población (Villani et al., 2020; Theis et al., 2021). Hasta donde sabemos, no hay datos concretos todavía sobre este tema. Por eso, el objetivo primario del presente estudio ha sido describir los cambios en los hábitos de la EF, el tiempo de conducta sedentaria y de visionado de pantallas debidos a las restricciones relacionadas con la COVID-19 en una muestra de jóvenes con síndrome de Down, considerando las características personales con factores fijos. Como objetivo secundario, se han valorado dentro de cada grupo las relaaciones entre los niveles de AF prepandémicos y los obtenidos al ir aliviando las restricciones, con el fin de explorar en qué grado los jóvenes y sus padres volvían a su AF habitual. Y también se han estudiado las diferencias entre grupos que puedan explicar el valor del modelado de los padres.

Métodos

Se invitó a los padres/cuidadores de jóvenes con síndrome de Down, afiliados a tres diferentes asociaciones de familias, a responder a un cuestionario para el que se tardaba unos 15 minutos en responder mediante plataforma online. El cuestionario estuvo accesible durante dos semanas a partir del 21 de mayo de 2021, cuando ya se había entrado en Italia en una fase de reducción de restricciones. Se realizó de acuerdo con los principios de la declaración de Helsinki para la protección de derechos humanos. Todos los participantes dieron su consentimiento vía electrónica antes de proceder a la encuesta. Se expusieron claramente los procedimientos y los participantes podrían interrumpir o abandonar la encuesta en cualquier momento antes de entregar sus respuestas, sin tener que dar explicaciones. No se les pidió su nombre ni el contacto de la información.

Respondieron plenamente 57 progenitores (49 madres y 8 padres de diferentes familias, con una media de edad de 56,0±7,9 años). En cuanto a sus hijos, 41 eran varones y 16 mujeres (edad: 21,4±7,7 años; talla: 156,8±11,2 cm; peso: 59,9±15,9; índice de masa corporal [IMC]: 24,1±4,7 kg/m2). Los niveles de DI fueron: ligera en 18, moderada en 26 y grave en 15. Dieciocho vivían en ciudad (centro), 24 en urbanizaciones periféricas y 15 en áreas rurales; sólo uno vivía de forma independiente y el resto con sus familias (este factor no entró en el análisis).

El cuestionario constó de dos secciones que analizaron la información sociodemográfica y las variables de interés dependientes. Estas últimas consistieron en tres subsecciones en las que se preguntó a los participantes sobre cuestiones referidas antes de la pandemia, durante la restricción y en el periodo de alivio de la restricción. Por ello había una introducción de cada subsección que indicaba: ‘Esta parte del cuestionario se centra en las conductas de su hijo durante el periodo…’, diferenciando los tres periodos.

En la información sociodemográfica de los padres/cuidadores se incluyeron su sexo y edad. Se les preguntó sobre su habitual AF (expresada en horas/minutos por semana) antes de la pandemia y durante el alivio de las restricciones. La AF fue explicada como ‘al menos AF de intensidad moderada, incluyendo deporte, ejercicio y AF durante el tiempo de ocio’ (WHO, 2020). Se les preguntó sobre los diversos datos de la persona a su cargo: sexo, edad, talla y peso con los que calcularon el IMC, nivel de la DI (ligera, moderada y grave), tipo de residencia (en familia, independiente, comunitaria) y lugar (ciudad-centro, urbanización periférica, rural) con el fin de captar posibles fuentes de influencia sobre la AF y CS de los hijos. Además, con el fin de describir mejor los posibles cambios en la AF, se les preguntó sobre la práctica deportiva de sus hijos antes de la pandemia y durante el periodo de alivio de las restricciones, preguntando también sobre los motivos que pudieran haber impedido la vuelta a los hábitos prepandémicos.

Las variables dependientes de interés consistieron en la AF habitual de los jóvenes durante una semana, y la CS habitual de un día (Owen et al., 2011), agrupando dos dominios específicos: tiempo transcurrido sentado o tumbado en el ambiente doméstico, en el trabajo o en el transporte (p. ej., mientras acuden y siguen un curso, visitan a un amigo, leen), tiempo de pantalla (viendo TV u otras actividades que requieran visionado en pantalla).

Para investigar la AF habitual se utilizó la adaptación de ítem WHO-HBSC sobre la duración de la AF semanal (Holmen et al., 2002). Se explicó la AF como actividades que exigen un esfuerzo físico moderado o intenso y hacen al individuo tener que respirar más fuerte de lo normal (Lee et al., 2011). Se les preguntó a los padres sobre las horas y minutos de AF de sus hijos, como respuesta al siguiente ítem: ‘En una semana típica, ¿durante cuántas horas/minutos su hijo realiza ejercicio durante su tiempo libre, de una manera que se le exija sudar o respirar con más intensidad?’. La AF informada se analizó como dato en bruto, y como dato según la consideración de las guías de la WHO para personas con discapacidad, con el fin de identificar a los participantes que seguían o no esas guías. Las guías WHO recomiendan umbrales de 60 min/día para personas menores de 18 años, y de 150/por semana para adultos (cuando no están contraindicadas) (Bull et al., 2020).

Para investigar la CS, se adaptó y utilizó la última pregunta del International Physical Activity Questionnaire Short Form (Lee et al., 2011). En primer lugar, la CS fue definida como el tiempo transcurrido sentado/tumbado en casa, en el trabajo o en el tiempo de ocio, mientras lee, come o trabaja en casa, o como pasajero en un vehículo. Las preguntas se referían a las tres situaciones: ‘En un día típico,  ¿cuánto tiempo en horas/minutos pasa su hijo en conductas sedentarias?’. Además, los padres debían registrar cuánto tiempo pasaba su hijo en CS específicas: ‘En un día típico, ¿cuántas horas/minutos pasaba despierto su hijo en una habitación viendo la TV, vídeos o DVD, jugando en su ordenador/computadora, utilizando consolas con videojuegos y tablets?’. Se utilizó el tiempo de pantalla (TP) como dato en bruto y tras consideración de las recomendaciones internacionales de un máximo de 2 h/día (American Academy of Pediatrics: Committee on Public Education, 2001), para agrupar a los participantes que respetaban o excedían dichas recomendaciones.

Los diferentes datos obtenidos fueron sometidos a los recomendados tratamientos estadísticos.

Resultados

Descripción cualitativa de la actividad física, práctica deportiva y tiempo ante pantalla

En relación con los adultos con síndrome de Down, sus padres informaron que casi todos (95%) estaban implicados en una o más actividades deportivas antes de la pandemia; sólo tres no lo hacían. Los deportes más frecuentes fueron la natación (51%), el fútbol (21%), el baloncesto (18%) y el atletismo (11%). La mitad de los jóvenes no reiniciaron la actividad deportiva durante la fase de alivio de las restricciones, el 30% lo hizo con menor frecuencia y el 20% la recuperaron totalmente. Las razones más frecuentes para no reiniciar la actividad deportiva fueron que las instalaciones seguían cerradas, los cursos específicos dentro de ellas permanecían cerrados o el miedo de los padres al contagio. Aplicando los umbrales para la AF recomendada (Bull et al., 2020), el 35,1% de los participantes respetaban estas guías en el periodo prepandémico, una proporción que bajó drásticamente al 12,3% durante el periodo de restricción y subió moderadamente al 21,1% en el periodo de alivio de restricciones. De acuerdo con las recomendaciones para TP (American Academy of Pediatrics: Committee on Public Education, 2001), la prevalencia de participantes que cumplían estas normas fue de 54,4%, 29,9% y 42,1% en los tres periodos de tiempo analizados, respectivamente. En la tabla 1 se muestra la prevalencia de quienes cumplieron la AF semanal y el TP diario.

Tabla 1. Prevalencia de jóvenes con síndrome de Down que cumplen las recomendaciones de actividad física (AF) semanal y el tiempo ante pantalla (TP) en los periodos prepandémico, en restricción y en alivio de la restricción, expresada como n (% de la muestra total)

Periodo pre-pandémicoEn restricciónAlivio de restricción
Cumple AFNo cumple AFCumple AFNo cumple AFCumple AFNo cumple AF
Cumple TP12 (21,1%)19 (33,3%)3 (5,3%)14 (24,6%)6 (10,5%)18 (31,6%)
No cumple TP8 (14,0%)18 (31,6%)4 (7,0%)36 (63,2%)6 (10,5%)27 (47,4%)

Valores para AF según la normativa WHO (Bull et al., 2020); valores para TP según American Academy of Pediatrics: Committee on Public Education (2001).

Por otra parte, en cuanto a los padres, el 58% (33) afirmaron practicar la AF o el deporte antes de la pandemia (actividades de condición física, las más practicadas el trote [jogging] y el senderismo/excursionismo [trekking]). Sólo el 20% recuperó su práctica habitual en el periodo de alivio, con casi dos tercios de padres que se mantuvieron inactivos en esa fase debido a una organización diferente en sus rutinas domésticas y laborales.

Efectos de las restricciones sobre la actividad física, conducta sedentaria y tiempo ante pantalla

El análisis multivariado de la varianza para mediciones repetidas mostró un efecto significativo del tiempo sobre la AF, CS y TP, con grandes tamaños en su efecto. Todas las mediciones fueron significativamente diferentes durante el periodo de restricción con respecto al prepandémico, quedando en la mitad en la AF semanal, y con un aumento sustancial en la CS y TP diarias. Es notable que en el periodo de alivio de restricciones, sólo la AF permaneció significativamente diferente de la existente en el periodo prepandémico (p. ej., los jóvenes no volvieron a sus niveles prepandémicos de AF), mientras que tanto la CS como el TP volvieron a niveles no significativamente diferentes de los prepandémicos. No se apreciaron efectos de interacción entre el periodo y el sexo, nivel de DI o localización de la vivienda, para ninguna de las variables dependientes.

En cuanto a las correlaciones intra-grupos, se apreció una correlación positiva entre los niveles de AF en el periodo prepandémico y el periodo de alivio, tanto en los jóvenes (r = 0,70; p<0,001) como en los padres (r = 0,65; p<0,001). Además, las correlaciones entre grupos destacaron una asociación positiva entre los niveles de AF de los padres y de los jóvenes (r=0,38; p = 0,004), pero esta relación no se mantuvo en la fase de alivio de las restricciones (r = 0,19; p = 0,148).

Análisis y comentarios

Este estudio tenía como objetivo describir los cambios ocurridos en la actividad física (AF), conducta sedentaria (CS) y tiempo ante pantalla (TP) debido a las restricciones ocasionadas por COVID-19 en los jóvenes con SD, considerando sus características personales como variables independientes, e investigar la correlación con los niveles de AF de sus padres. Los principales hallazgos mostraron que los niveles de AF disminuyeron y los de CS y TP aumentaron, como consecuencia de las restricciones impuestas por el gobierno para impedir la difusión de la COVID-19, con independencia del sexo, nivel de DI y localización de la residencia. Cuando las restricciones empezaron a ceder, la CS y el TP mostraron una vuelta a la situación prepandémica, un signo de que al menos hubo una recuperación gradual de las rutinas diarias y es probable que todavía persistan. Como contraste, los niveles de AF no volvieron a los habituales prepandémicos pese a que se debilitaron las restricciones, ni en los jóvenes ni en sus padres; además, la asociación positiva entre la AF de hijos y sus padres se perdió también en la fase de debilitamiento de la restricción. En general, los hallazgos concuerdan con lo señalado en una reciente revisión sistemática (Stockwell et al., 2021), confirmando la necesidad de que las estrategias de salud pública promuevan la AF y la reducción de CS durante los periodos en que disminuyan las posibilidades de movimiento (como es el caso de una pandemia), especialmente en poblaciones que muestren problemas médicos que podrían ser mejorados con la práctica de AF, como es el caso del síndrome de Down.

Los valores medios de AF semanal de los participantes con síndrome de Down fueron 226,8, 105,2 y 158,4 minutos en los tres periodos de tiempo estudiados. En estudios previos en los que se investigaban los niveles de AF, medidos durante siete días consecutivos mediante un acelerómetro triaxial, se vio que la AF media en niños y adolescentes con síndrome de Down fue de 153,1 (Whitt-Glover et al., 2006) y 104,5 min/día (Shields et al, 2009), lo que significa más de 700 min/semana. Nuestros participantes mostraron unas cifras ostensiblemente menores, que en parte se explican por los métodos distintos de medición (informes subjetivos vs. mediciones objetivas), y por las diferencias en los rangos de edad de los participantes. Aunque los actuales datos objetivos y subjetivos sobre el desarrollo longitudinal de la AF en los jóvenes con síndrome de Down no permiten una interpretación directa, es probable que la AF decline con la edad y que una amplia proporción de ellos no alcancen la cantidad recomendada de AF (Pitetti et al., 2013).

Si analizamos la conducta sedentaria, en una reciente revisión que investigaba su epidemiología en personas con DI (Melville et al., 2017) se señaló que el tiempo sedentario evaluado de manera objetiva oscilaba entre 522 y 643 min/día. Teniendo en cuenta la subestimación que afecta generalmente a las técnicas de autoinformación frente a las evaluadas mediante instrumentos (Prince et al., 2020), los participantes de nuestro estudio mostraron unos valores medios diarios que pueden considerarse en línea con los encontrados en las personas con DI (valores medios de 382, 512 y 413 min/día en los tres periodos analizados, respectivamente). Como conducta sedentaria específica, la cantidad diaria de TP merece especial atención. En los tres periodos de tiempo analizados los participantes de este estudio informaron que la duración media de visionado ante pantalla fue de 186,8, 251,6 y 203,2 min/día, valores claramente superiores a los recomendados internacionalmente, de < 2 horas/día (American Academy of Pediatrics: Committee on Public Education, 2001; Tremblay et al., 2011). Sin embargo, los datos de TP parecían concordar con datos previos obtenidos en personas con DI, que señalan una prevalencia superior al 50% de participantes que gastan cuatro horas o más al día viendo la TV (Melville et al., 2018).

Si se aplica el umbral de AF recomendado por la WHO para personas con discapacidad (Bull et al., 2020) a los datos de este estudio, sólo el 35,1% de los participantes respetaban esas recomendaciones antes de la pandemia. Y ello confirma lo informado por Shields et al. (2009) que sólo el 42,1% de los participantes con síndrome de Down realizaban cada día ejercicio moderado a intenso durante al menos 60 min. Además, en un estudio realizado en Australia, los padres informaron que sólo un tercio de 208 jóvenes con síndrome de Down realizaban la actividad definida por las recomendaciones de AF, aunque la mayoría participaba en deportes (Oates et al., 2011). En este sentido, la participación en un deporte no significa necesariamente que se alcance niveles suficientes de AF; además, los niveles altos de AF sólo contrarrestan en parte las consecuencias de la conducta sedentaria (Ekelund et al., 2016). Tampoco existe correlación entre actividad y física y tiempo ante pantalla (Pearson et al., 2014), lo que significa que niveles bajos de AF no implican necesariamente que se exceda la pauta recomendada de TP, y viceversa. En consecuencia, es importante considerar la AF y la CS en su compleja interacción cuando se quiere explorar la salud global y la calidad de vida de las personas con síndrome de Down durante la restricción pandémica y su posterior evolución.

Lamentablemente, fue muy baja la proporción de participantes en nuestro estudio que alcanzaron simultáneamente las recomendaciones sobre la AF y el TP, con tasas muy bajas en los tres periodos: prepandemia (21,5%), restricción (5,3%) y declive de la restricción (10,5%). En el mismo sentido, una investigación reciente sobre la prevalencia de adolescentes colombianos que alcanzaban los valores de EF y CS recomendados en las guías mostró tasas similares (7,8%), con dificultades debidas a la presencia de problemas sensoriales (López-Gil et al., 2021). La propia discapacidad es una barrera para la participación en la AF y el tiempo recomendado de CS. La tendencia global registrada para la AF, la CS y el TP en el transcurso de la pandemia corrobora la necesidad de planes de acción de alcance mundial que consideren la participación de las personas con discapacidad en la AF (Martin Ginis et al., 2021). Se necesita más investigación para analizar en qué grado la magnitud de los cambios observados en la AF y la CS puedan haber impactado sobre la salud y demás aspectos de la vida de las personas con síndrome de Down.

A la hora de analizar la AF en la relación padres-hijos, con el fin de explicar mejor los cambios de AF a lo largo de la pandemia, los niveles de AF de los padres y los hijos presentaban una correlación significativa antes de la pandemia, confirmando los datos existentes para jóvenes con discapacidad intelectual (Siebert et al., 2017). Esta asociación se pierde en el periodo de alivio de restricciones. Podría explicarse por el hecho de que los padres durante el periodo de restricción han cambiado tantas rutinas ―experimentando mayor ansiedad, cansancio, mayores demandas familiares y nuevos factores de estrés (Doody y Keenan, 2021)― que durante el periodo de alivio no disponían del tiempo necesario y energía para recuperar su AF. Esto corrobora la necesidad de disponer de estrategias para una promoción holística de la AF que vayan dirigidas a toda la familia y no sólo a la persona con discapacidad.

Este estudio tiene varios puntos fuertes. En primer lugar, ofrece por primera vez una visión general de los cambios ocurridos en la AD, la CS y el TP, desde antes de la pandemia hasta la fase de alivio de las restricciones pasando por el periodo de confinamiento total, por parte de jóvenes con SD. En segundo lugar, analiza también las influencias de los padres. Tiene algunas limitaciones. Se basa en las mediciones informadas por los padres con sus posibles errores. Algunos datos, como los prepandémicos son retrospectivos.

Conclusiones

Los resultados muestran el impacto negativo de las restricciones debidas a la COVID-19 sobre el estilo de vida de los jóvenes con síndrome de Down, con la disminución de la actividad física y el aumento de la conducta sedentaria y del tiempo frente a pantallas. En particular, la AF no se recuperó en el período de alivio de restricciones, y se perdió la correlación que existía previamente entre la AF de los padres y el hijo. Es esencial que aprendamos de esta pandemia cómo preservar a las personas con síndrome de Down de las consecuencias de las medidas restrictivas adoptadas para manejar el brote pandémico, teniendo en cuenta la inherente vulnerabilidad que presentan. Los resultados apoyan la importancia de progresar en el conocimiento de las mejores prácticas de promoción de la AF y los deportes ―y en la necesidad de compartirlas― dentro de la población con síndrome de Down y sus padres/cuidadores, con el fin de asegurar su capacidad para afrontar tales emergencias en el futuro.

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  • Nota de la dirección. El presente artículo es la traducción española del original: Physical activity, sedentary behaviour and screen time among youths with Down syndrome during the COVID-19 pandemic, publicado en Journal of Intellectual Disability Research. DOI: 10.1111/jir.12933.